Descripción
978-84-124176-1-6
116 páginas
Tamaño 138 x 207 mm.
La palabra del ciervo – Fernando Jaén Águila
Es difícil, o al menos a mí me lo parece, llevar a la poesía los entresijos de la profesión médica –que ejerce Fernando Jaén (Granada, 1975)– sin caer en el dramatismo y las especulaciones del oficio. Ya el título de este libro, La palabra del ciervo, con sus expresas referencias a la poesía mística y de raíz humanista, nos da una idea clara del hombre que está detrás de estos poemas; del poeta que, consciente de la pérdida de sentido a la que nos aboca nuestra época y del abismo de dolor al que le enfrenta su trato cotidiano con la enfermedad y con la muerte, es capaz de perseverar en la ternura, en la humanidad y en la delicadeza de las relaciones con las personas y las cosas que comparten nuestra existencia.Con una escritura limpia, sin aderezos ni virtuosismos innecesarios, esencial en sus hallazgos de profundo calado poético y moral, el agradecimiento hacia los seres queridos –incluidos aquellos que guiaron sus primeros pasos en la profesión– y hacia los acontecimientos más elementales de su vida diaria, constituye, en sus poemas, una forma de resistencia al desconsuelo y a la desesperanza a la que la vida nos arrastra.Si en su libro anterior, Las reparaciones, ya hacía referencia a la escritura como una forma de restitución de lo perdido, de lo que se nos niega; como una manera, quizás infructuosa, de protegernos y curarnos de los agravios de la existencia, el poeta que nos habla en La palabra del ciervo es un hombre que resiste, que ha heredado de otros poetas (y los viejos sanadores también lo fueron) el sentido simbólico y salvador que pueden tener las palabras cuando uno se acerca hasta ellas con la humildad suficiente, haciendo suyas las incertidumbres y oscuridades que hacen posible, precisamente, la aparición de la poesía.El respeto a la vida sencilla que nos rodea, a la naturaleza silenciosa que comparte con nosotros nuestros afanes y que ha seguido sin desviarse el camino originario, es el primer paso para proteger nuestra humanidad amenazada. Y ese respeto, esa delicadeza sabia e inteligente del que sabe su lugar en el mundo, del que es consciente de que la mejor poesía sólo brota del sentimiento de orfandad y de la toma de conciencia de nuestro estar desamparados, es lo que yo descubro en estos versos serenos y armoniosos, necesarios y limpios.Basilio Sánchez